Parece que es preferible que Bolivia desaparezca del mapa, antes que los poderes minero-céntricos pierdan sus privilegios, entre los cuales se destacan: el privilegio de mandar autoritariamente, disponer libremente de los recursos naturales, defender los intereses de las castas burocráticas del Estado, el monopolio de la representación diplomática, la extorsión a cuanto ciudadano se les cruce por el frente en cualquiera de las oficinas públicas que dependen directamente del poder central (renta, transito, migraciones, etc.), la apropiación de los excedentes económicos regionales que en forma de impuestos, oncluyen en los bolsillos de las burocracias parasitarias del aparato estatal, pero ante todo, mantener incólume los poderes políticos que dimanan de la religión oficial del Estado colonial altoperuano: la cultura Aymara y sus cultos dedicados al Dios sol.
Fue más que suficiente que los cruceños presionen popularmente para imponer el referéndum autonómico y que el Movimiento Nación Camba diga que los recursos naturales le pertenecen, para que el accionar nefasto de las elites andinas se pongan en acción: desde una intensa campaña mediática para presentarnos ante el mundo como la reencarnación de nazismo en todas sus expresiones racistas -Hitler incluido, hasta toda forma de agresiones verbales y no tanto que sufrieron y sufren nuestros compatriotas cruceños cuando tienen la desgracia de pisar el país que no tiene oxigeno.
Pero para provocar el colapso del poder insurgente cruceño y frenar en seco las autonomías proclamadas por toda la sociedad, era necesario contar con fieles aliados alineados con los adoradores del Dios Sol: las etnias del Chaco y la amazonia, esto quiere decir, las corruptas dirigencias indígenas cuyo accionar siempre – o casi siempre, han estado al servicio de las Organizaciones no Gubernamentales, donde se destaca el CIPCA, encabezada por el cura Xavier Albó y su pandilla.
Así comenzaron a aparecer las reivindicaciones “departamentalizadoras” de los grupos étnicos citados, (que además representan apenas menos de 5% de la población departamental y jamás han tenido experiencia estatal) apoyados, a veces, por algunos grupúsculos de oportunistas radicados en algunas capitales de provincia, frente a la posibilidad de pegas burocráticas o aspiraciones legitimas de poder.
La creación del departamento del Chaco, sustentado por el grupo que maneja Albó y promovido abiertamente en el Gobierno de Carlos Mesa y sus operadores políticos, tiene por finalidad la de sustraer del departamento de Santa Cruz las enormes reservas gasiferas contenidas en dicha provincia. La creación del departamento de Chiquitos, sustentado por Guazace y Bailaba, (representantes del MAS) y mercenarios al servicio del centralismo colonial de Estado, tiene por objetivo la de apropiarse de las riquezas mineralógicas del pre-cambriano donde se destaca el Cerro Mutun, cuyo valor asciende a la friolera suma de 30.000 millones de millones de dólares, y su explotación se torna inminente frente a la demanda de hierro de parte de los países del Este asiático, como China, la India, entre otros.
Como vemos, los movimientos “departamentalizadores” no tienen como base las legítimas aspiraciones étnicas ni identitarias de nuestros indígenas, es una estrategia de la canalla Altoperuana, para reducir a cero nuestra autonomía, preservar sus privilegios y su poder y así eliminar, un contra-poder anticolonial, tiene por base a la combativa Nación Camba.
Si alguien alguna vez hablo de guerra, podemos presumir que esta ha comenzado.