Ing. German Carrasco Ardaya (*)
La historia que tradicionalmente se enseñó en Santa Cruz y en todo el oriente en un afán centralista de bolivianizarlo todo, está plagada de inexactitudes y de acontecimientos extraños a nuestra cultura regional. Nos enseñaban y aun nos enseñan sobre Manco Kapac y Mama Ocllo, Atahualpa, Túpac Katari, Tito Yupanki, Andrés de Santa Cruz y otros muchos más, atribuyéndoles utópicas virtudes que no tenían, pero que además nada tenían que ver con los habitantes de la llanura. Para los historiadores andinos el Oriente era tierra de barbaros y así éramos tratados y considerados.
Ningún historiador andino ha descrito los acontecimientos inmediatamente previos ni posteriores al 14 de febrero de 1825 como si nada hubiese pasado, por eso ahora nos vamos a permitir recordar algunos acontecimientos que de haber tenido otro resultado hubieran cambiado la vida del Oriente de manera total.
El poder español en Sudamérica fue desterrado a partir de la victoria de Ayacucho el 8 de diciembre de 1824 y por lo tanto las cinco provincias de la Audiencia de Charcas se encontraban en pacifica posesión y autogobierno de sus respectivos territorios. Santa Cruz era gobernada por Juan Manuel Arias, pero el 14 de febrero esta villa fue tomada por el Cnl. José Manuel Mercado (el colorao), y designado por el cabildo como Gobernador-Presidente de la Provincia de Santa Cruz. Sin embargo, este movimiento fue un poco más lejos porque redacto y proclamo la Independencia de Santa Cruz mediante un Acta especial para tal efecto.
Lamentablemente el Cnl. Mercado fue luego destituido por el Cabildo cruceño porque existía entonces como todavía existe hoy en día, una corriente pro altiplánica adversa a los intereses regionales cruceños comandados entre otros por Vicente Seoane, el que meses más tarde juntamente con Vicente Caballero, firmaría inconsultamente la adhesión de Santa Cruz a Bolivia.
Un poco antes el 9 de febrero, Sucre había convocado a un Congreso Constituyente pero sin la autorización expresa de Bolívar, que muy contrariado le escribió una carta en la que textualmente le decía: «Ud. está a mis órdenes con el ejercito que manda y no tiene que hacer sino lo que yo le ordeno..Ni Ud. ni yo, ni el Congreso mismo del Perú, ni el de Colombia, podemos romper la base del derecho público que tenemos reconocido en América». De esta manera Bolívar le expresaba a Sucre su disconformidad y le exigía además que tanto Buenos Aires como Lima debieran dar previamente su conformidad para que las provincias de Charcas determinen su status.
Perú no puso objeciones pero exigió el resarcimiento económico de los gastos que demando la guerra de independencia, en cambio Buenos Aires libero solamente a las 4 provincias altas de la Audiencia de Charcas dándoles completa libertad de acción, pero no se la dio a la provincia de la llanura: Santa Cruz, porque sentía que era parte de las provincias Unidas del Rio de La Plata.
El Mariscal Sucre, puede haber sido todo un héroe para la parte andina boliviana y según los historiadores un excelente mandatario que gobernó con sabiduría, pero para Santa Cruz a la que nunca conoció ni quiso conocer, fue el personaje que nos conculco las libertades y los derechos que legítimamente habíamos ganado, ya que de inmediato comenzó a intervenir en los asuntos cruceños cambiando dos gobernadores en 6 meses, reinstalando primero a Juan Manuel Arias y a partir de marzo al Cnl. José Videla Castillo con el cargo de Presidente de Santa Cruz, instruyéndole especialmente que «corte de raíz el germen de la anarquía».
Y para complementar la medida anterior, le ordena al Cnl. Francisco López «que marche sobre Santa Cruz con instrucciones de fusilar a todos los caudillos de la revolución y pasar por las armas a los que desobedezcan a la autoridad constituida». ¿A cuál autoridad constituida se refería Sucre?, ¿A las autoridades peruano-colombianas que pretendían reemplazar al yugo español?. Definitivamente ese fue uno más de los tantos atropellos a que fue sometida Santa Cruz por querer ser verdaderamente libre.
En agosto el congreso se reunió en Sucre, donde los «patriotas de la corriente peruanófila», 46 diputados de las 4 provincias altas pero ni uno solo de Santa Cruz, redactaron el «Acta de la Independencia», proclamando la formación de la Republica de Bolívar. Santa Cruz no participo porque de los 5 diputados a los que tenía derecho por población, el presidente Videla impuesto por Sucre, amañadamente solo eligió a dos: uno por Cercado y otro por Valle Grande, en cambio a los de Cordillera, Moxos y Chiquitos con subterfugios no los quiso elegir.
El «Acta de la Independencia» se firmó el 3 de agosto de 1825, aunque sin la firma de los dos diputados cruceños, porque Seoane recién pudo llegar a Sucre el 6 y Caballero el 9, por lo que sus nombres completos deberían ser Vicente Hiroshima Seoane y Vicente Nagasaki Caballero, en alusión a las bombas atómicas lanzadas sobre Japón, en las mismas fechas del año 1945.
De ese modo nada ortodoxo por cierto, Santa Cruz se integró a la República de Bolivia, o mejor dicho la integraron entre gallos y medianoche, y ahí comenzó un calvario que todavía no termina porque siempre fuimos considerados por nuestros paisanos del interior como separatistas y de poco interés para la nueva república; y para muestra de ello bastan dos botones:
Siendo presidente el Mariscal Andrés Santa Cruz Calahumana (1829-1839) le propuso al Emperador del Brasil canjearle los territorios de Moxos y Chiquitos (Santa Cruz, Beni y Pando) por una fragata y una corbeta, ¡nada menos que todo el Oriente boliviano por dos barquitos!, por Dios Santo que manera de querernos. Menos mal que el trueque no prospero, pero todavía lo seguimos considerando como un patriota a carta cabal, llenando con su nombre calles y avenidas.
Más tarde Melgarejo, otro nefasto personaje pero menos endiosado que el anterior, mediante el tratado de 1867 le cedió a Brasil un extenso territorio oriental de 300.000 km2 sobre de la cuenca del rio Paraguay, «con nalgas y todo», es decir con todas sus riberas ocupadas y pobladas exclusivamente por gente cruceña que de inmediato fue corrida de las tierras que ocupaban pacíficamente, porque Brasil el nuevo dueño, les exigió títulos de propiedad y nuevos registros en Rio de Janeiro además de exorbitantes impuestos. El gobierno central no hizo nada mirándolo todo desde su cómodo palco andino porque Santa Cruz y el Oriente poco le importaban.
Lo cierto es que trascurridos 188 años de aquella memorable gesta, las cosas siguen tan igual o peor que antes, porque si bien es cierto que ahora se llenan la boca diciendo que Bolivia no es posible sin Santa Cruz, y que Santa Cruz es parte inseparable de Bolivia, eso es solo porque conviene a los intereses andino centristas pero de ningún modo porque nos amen de verdad o al menos nos toleren.
La moneda ya fue echada y la historia sigue su curso, ahora ya no podemos ni queremos volvernos para atrás, pero aún estamos a tiempo de subsanar las injusticias cometidas en contra de Santa Cruz y recuperar nuestra perdida autonomía, temporalmente conculcada por un grupo étnico que pretende una injustificada hegemonía nacional sin títulos ni merecimientos para ello. Santa Cruz tendrá que exigir el respeto a sus derechos naturales que como pueblo camba le son propios.
Santa Cruz de la Sierra, enero de 2013