Pedro Shimose
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La presidencia boliviana del G-77 + China en este año 2014 debería enorgullecernos a todos los bolivianos, pero no es para tanto. Sabemos que le correspondía a Libia o Ghana, pero Libia se excusó porque la inestabilidad política sigue amenazándola y Ghana rechazó su turno por razones de austeridad económica. Ellos no pueden permitirse el lujo de auspiciar una cumbre en sus respectivos países, pero Bolivia sí puede. ¡Se le mete nomás! Como es sabido, Bolivia ocupó, en 1990, la presidencia del grupo por primera vez, y ya entonces se comprobó –a pesar de los discursos, entrevistas, declaraciones, fotos y telediarios– que dicho cargo es irrelevante. Más que un honor es una noticia. La política como espectáculo. Todo se reduce a exaltar la figura del presidente de turno. Ayer, Paz Zamora; hoy, Evo Morales. En cuanto al evento, ¿quién pagará la cumbre? Si los gastos corren por cuenta de China, ¡miel sobre hojuelas! De refilón, Santa Cruz saldrá beneficiada. En cambio, si las facturas tiene que pagarlas usted, querido lector, mala cosa. Debería pagarlas China, porque según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), el año pasado se volvió a desequilibrar la balanza comercial entre China y Bolivia, a favor de China. Importamos de China $us 1.133 millones (4.011 artículos manufacturados) y exportamos a China $us 288 millones (plata, estaño y zinc). Estos datos confirman nuestra dependencia de “un país que ya tiene todos los rasgos de una nueva potencia imperial” (Véase el editorial Desigual relación entre Bolivia y China / La Prensa. La Paz, 21.01.14). Para justificar la cumbre del 14 y 15 de junio, el presidente propuso 10 ‘tareas fundamentales’ con China como ‘aliada estratégica’. Esto suena a cuento chino. Por ejemplo, decir que se reunirán para hablar de “desarrollo sostenible y desarrollo integral en equilibrio con la Madre Tierra” es una broma pesada. China y EEUU son los dos países más contaminantes del planeta (Shanghái es la ciudad más contaminada del mundo) y el gas que producen es extraído de “la Madre Tierra” mediante la tecnología llamada ‘fracking’ (extracción del gas pizarra por fracturación hidráulica). ¿Y los indios? ¿Cómo mencionar a los indígenas si quien dirige la operación cumbre en la ONU es nada menos que el ministro de Chaparina? Lo demás es cháchara y pretexto de la burocracia internacional para hacer turismo y ‘vivir bien’. Todo en nombre de “la descolonización de la economía, la cultura y los saberes” (¿chinos? ¿aimaras?) ¡Elay puej! // Madrid, 31.04.2014 |