S.R.A. GUTIERREZ
Hay alguna derecha troglodita que pretende engañar al mundo asumiendo supuestas posiciones de izquierda, en realidad y muy a pesar de las bellas palabras que saben endulzar los oídos de los incautos, se trata de personalidades profundamente impregnadas del discurso fascista. En el país de los bolivianos sobran los ejemplos.
Para efectos de su interpretación simple, definiremos a la izquierda como un individuo o un grupo progresista, y a la derecha, como una versión retrograda y conservadora de los hechos sociales y la historia. Siendo así, hay derecha que es de izquierda e izquierda que es de derecha, pero así mismo, hay derechas fascistas como hay las izquierdas fascista. Los extremos se juntan, pero lo que caracterizan a ambas es su dogmatismo, el sectarismo, la visión única del mundo y la intolerancia frente a los contrarios ideológicos.
Omitiendo a nuestros folklóricos políticos nacionales o locales, nos remitiremos a dos figuras internacionalmente conocidas: Eduardo Galeano (el de las venas abiertas), y Jorge Lanata conocido neurótico y odiador Argentino.
Resulta curioso que un culto-ignorante como EDUARDO GALEANO, en su último libro titulado: “LOS HIJOS DE LOS DIAS, dijo lo siguiente:”Enero 26”- “La Segunda Fundación de Bolivia”—“En el día de hoy del año 2009, el plebiscito popular dijo SÍ a la nueva Constitución propuesta por el presidente Evo Morales”, y luego concluye; “hasta ese día, los indios NO ERAN HIJOS de Bolivia: eran nada más que su mano de obra”. Eso dice.
Lo que el “indianista” Galeano no sabe, o se hace el que no lo sabe, es que los “indios” son una minoría (2.2 millones de Aimaras y Quechuas) y que en Bolivia se implantó la REFORMA AGRARIA en agosto de 1.953, la misma que dotó de tierra a los indígenas-campesinos, además que se les otorgó el voto universal, se crearon las milicias campesinas y mineras armadas. Tienen acceso a todas las universidades públicas o privadas. Tuvieron y tienen ingreso libre a todos los cargos electivos. Un Aymara accedió a la Vice-presidencia de la República. Fueron y son Ministros, Alcaldes y Concejales municipales, pero a demás conforman la nueva “burguesía Chola en Bolivia”. Aun así, NO SON “Hijos de Bolivia” según el autor citado.
PERO NO! algún merito tenía que tener la Constitución de la Calancha -sin contar los muertos matados. La Asamblea Constituyente aprueba –en un cuartel militar, la “Nueva” Constitución sin haberla leído, luego sigilosamente transferida a la ciudad de Oruro para evadir las críticas de la oposición y la furia popular, rematando luego en ilegales arreglos de última hora en el hemiciclo parlamentario. Acto seguido se “arrea” una supuesta “marcha indígena” compuesta por una larga columna de campesinos Aymaras empujadas a punta de látigo (documentada por la prensa) con la finalidad de forzar a un Parlamento pusilánime a aprobar un Referéndum “cantado” con “voto obligatorio” para dotarla de legitimidad. El principio de “unanimidad” pregonado por Goebbels se fue a la basura ya que los departamentos de la “Media Luna” y una buena parte de la opinión pública nacional, votó EN CONTRA.
Pero hay otro peor, un típico porteño considerado una de las máximas lumbreras de la historiografía Argentina: JORGE LANATA. Cuando este filmaba la historia del CHE -financiado por la Embajada Venezolana, montado en un Jeep pasaba por la plaza de Valle Grande y apuntando despectivamente hacia su humilde Catedral comenta: “Esta es la Catedral más grande de Bolivia”, lo que no era verdad. Otra: Paseando por una calle desconocida de Santa Cruz, filma y lee un reclamo mural que dice: FUERA COLLAS, y se le viene un comentario mordaz en los siguientes términos: “Los collas son los mozos, los que limpian las mesas, etc.”
Lo que Lanata ni siquiera se molestó en indagar es cuantos son, donde están y que hacen. “ÉL” no sabe que estos producen el 20% de la soya, un 30% del arroz entre otros productos que se consumen en el país; ocupan más de 40 mil puestos de venta en los mercados urbanos; poseen grandes tiendas de importación que evaden impuestos; son dueños del contrabando de todo cuanto se vende- inclusive autos robados en los países vecinos, además de ropa usada descartada por los países imperialistas -liquidando de paso todo vestigio de industria nacional; son propietarios de la mayor parte del transporte público y pesado –sin tomar en cuenta que una buena porción de sus miembros son partes de la nueva burguesía pichicatera y funcionan como lavadores de dinero sucio proveniente del complejo coca-cocaína cuyo epicentro se halla ubicado en el Chapare cochabambino, -solo para citar algunos ejemplos. Pero también los hay trabajadores, agricultores e intelectuales honestos, entre otros.
LANATA solo quedaba conforme si los collas limpiaban mesas,- como en Buenos Aires- pero si hubiera hecho el más elemental de los cálculos aritméticos, se daría cuenta que para que estos realicen su tarea, era necesario armar una fila (de mesas de cuatro patas) de unos cuarenta y cinco kilómetros de largo para satisfacer la morbosidad de un porteño que le encanta sufrir comiendo bife chorizo (pesa más de 120 kilos) pero ante todo, le encanta inventar historias para que el mundo se acomode a lo que “ÉL” piensa y no adecuar su pensamiento al mundo real, a lo que está viendo o puede ver. Su realidad no es una realidad real, es una realidad proyectada por prejuicios asumidos, por una realidad que le vendieron nuestros enemigos y que “ÉL” la proyecta como suya, irracional, agresiva y porteña. Su personalidad se encaja en la clasificación de los grandes HIJOS DE PUTA. Si estos nazistas son de “Izquierda”, nos declaramos de “Derecha”.