LA OTRA GUERRA DEL GAS: SANTA CRUZ Vs. CHUQUISACA

0 Posted by - 13/10/2004 - Editorial

No fue más que la empresa petrolera TOTAL, diera un informe halagador en sentido de que en la serranía del Incahuasi se habría encontrado una enorme reserva de gas, para que el señor Mesa, presidente de Bolivia, le anunciara a los chuquisaqueños que estaban ricos. Pero aún más, le agregó que el pozo descubierto lamentablemente se hallaba ubicado en territorio cruceño y que esta era la oportunidad histórica para que estos demuestren su “solidaridad” con los primeros, compartiendo fraternalmente sus ganancias, violando flagrantemente la Ley de Regalías de 1938, denominada también Ley Busch, emblemática conquista de los Cambas.

Antes de recurrir a Maquiavelo, se hace necesario hacer algunas puntualizaciones necesarias.

En primer lugar, la citada serranía no se llama Incahuasi sino Ñancaguazú (si no que le pregunte al Che Guevara). Lo que pasa es que los “geógrafos” oficiales intentan “Kollinizar” todo el territorio cruceño colocando nombres impropios en lugares inadecuados. Es el mismo caso de la serranía de Huanchaca (nombre Aymara) ubicada en el extremo oriental de Santa Cruz (famosa por haber sido sede del narcotráfico, lugar nefasto donde asesinaron al científico don Noel Kemppf Mercado y que hoy es una de las reservas ecológicas más grande del mundo), cuando en realidad esta se llama Caparúch (idioma Chiquitano que designa un pescado de la zona). El Incahuasi se llama Ñancaguazú por que es territorio indígena guaraní y es sede del río del mismo nombre, inclusive celebrizado por las guerrillas de los años 67.

Ahora volvamos a Maquiavelo.

El Decreto Supremo firmado el 14 de agosto de 2003 por Carlos Mesa en su calidad de presidente interino en sustitución del Goni Sánchez, llamado también el Decreto de “unitización” venía a responder a un fenómeno suscitado por el conjunto de colgandijos (D.S. 26366 entre otros) que se le fueron agregando a la Ley de Hidrocarburos a partir de 1966, donde a través de argucias legales (fraccionar parcelas, etc.), las empresas petroleras podían evadir la perforación de un pozo por parcela adquirida o devolver las que juzgaban innecesarias o “sobrantes” pero que tenían residuos de hidrocarburos a niveles no comerciales. En todo caso, estas “parcelas” (o pasaron) pasarían nuevamente a propiedad del Estado.

Pero como el Estado no tiene capacidad de perforar los pozos necesarios para extraer el hidrocarburo correspondiente (unos 20 millones de U$. por unidad), la empresa que descubra (o explote) un yacimiento en vecindad con otro devuelto, este quedaría “unificado” con el mismo, de tal manera que este también seria beneficiado con su explotación (una especie de parcela parásita), y esto sucede así desde el momento que “se presume” que sus recursos están siendo “drenados” de la parcela sin explotar por la empresa que explota el yacimiento productivo y por esta sencilla razón, se vería obligada a compensar (no se dice como) al Estado.

Esta era una formula mágica para obtener recursos gratis y sin trabajar.

Aplicada esta formula al caso chuquisaqueño, se puede “presumir” que la TOTAL devolvió al Estado las parcelas que quedan sobre este territorio (ya que esta reivindica parte de las regalías a futuro). En caso que las parcelas sigan a nombre de la Empresa Total, ella solo se puede compensar a si misma. En este caso habrá que recurrir a Kafka para que descifre el entuerto.

Pero mejor es Maquiavelo. Y este es el señor Mesa.

Ni corto no perezoso, el señor Mesa al informar a los chuquisaqueños de que son dueños -sin serlo- de un campo que se halla fuera de su territorio, entonces apela al Decreto de “unitificación” pero además, al “sentimiento de solidaridad” de los cruceños para que “compartan” con estos los beneficios de las hipotéticas regalías, digitando maquiavélicamente un pleito artificialmente creado, para ubicarse como el “bueno” de la película y de paso, como amigo insobornable de los chuquisaqueños (seguramente para que se olviden de la capitalidad), y les busca un “enemigo” soberbio y egoísta -en este caso los cruceños, para romper la unidad posible de los departamentos productores de hidrocarburos y la defensa de sus intereses comunes, en beneficio de proyecto hegemónico paceño, del cual es su más conspicuo representante.

Y así, la vieja sede de la Audiencia de Charcas, anclada en sus tradiciones y el mito fundador (aquí se fundo Bolivia), se reposiciona en su posición Altoperuana, pierde la perspectiva de conjunto y de paso, su mejor oportunidad para integrarse en igualdad de condiciones al eje chaco-amazónico, el mismo que, a pesar de su carácter germinal, representa la modernidad y la integración posible al mundo globalizado del siglo XXI.

En el marco de una racionalidad posible, en lugar de honrar a quienes bebieron chicha en el cráneo de la juventud chuquisaqueña inmolada en los campos de Cosmini en la mal denominada “guerra federal” de 1899, estos se deben ubicar en una lógica realista y exigir que la TOTAL también perfore los pozos necesarios en el territorio de Chuquisaca, para que este departamento obtenga las regalías correspondientes (con suerte en unos 10 años). Hacer lo contrario demuestra la inocencia de sus dirigentes, al haber pisado el palito que el Maquiavelo boliviano les tendió para sobrevivir a su propia telaraña, tejida a partir del octubre negro, que él mismo provocó.