Hay pueblos y civilizaciones condenadas a desaparecer y para que ello suceda, se van acumulando un conjunto de factores que convierten a estas sociedades, progresivamente, en los parias del planeta.
Resulta curioso de después de 60 años que se implanta un simulacro de “Revolución Nacional” y después de implantar el voto universal para integrar a la población marginal al sistema político institucionalizando el voto analfabeto, el día de hoy una buena parte de esta población sigue en la tinieblas muy a pesar del tiempo transcurrido. Si esta vasta masa sigue comunicándose por señales de humo, resulta virtualmente imposible hablar de implantar una democracia aceptable donde funcione el voto secreto, individual e informado. Los resultados que se derivan de esta dictadura de la plebe solamente pueden configurar poderes del estado plagado de deformaciones genéticas.
Si a esto le sumamos una reforma agraria donde los “campesinos” acaban engrosando las extensas barriadas de las periferias urbanas, quiere decir que el remedio resultó peor que la enfermedad. De esta plaga política se salvaron, por casualidad, una parte de las extensas tierras de las llanuras tropicales donde fue posible implantar el capitalismo agrario que el día de hoy abastece con más del 70% de los alimentos que se devora el país.
Pero este extraño fenómeno ubicado en el escenario de la Bolivia andina y mezquina, no podía pasar desapercibido por algunas ONGs como CEJIS y TIERRA, entre otras, las mismas que calibraron su artillería ideológica y propagandística para convertir en “delito de Lesa Humanidad” la indecente tarea de producir. Ríos de tienta han corrido para denunciar el latifundio salvaje, el condenable servilismo y la esclavitud en pleno siglo XXI. En primera fila están los Uriostes, los Albó, los Alamaráses y otros, apoyados por gaznápiros con pinta de intelectuales como el germanófilo de Stavenhagen cuya lupa encontró esclavos hasta debajo de las piedras para justificar la reversión de haciendas en plena producción, para ser transferidas en beneficio de grupos indígenas que después las destruyeron y las abandonaron. (Alto Parapetí).
Sin tomar en cuenta que Hitler y su Estado Mayor eran vegetarianos, esto no fue un impedimento para promover el mayor genocidio de la historia, donde se cuentan más de 60 millones de muertos matados, incluyendo los recién nacidos, lo que significa que comer hojas no es ninguna garantía de santidad.
En esta misma línea de pensamiento nazi-fascista, la denominada “Asamblea plurinacional del Estado Plurinacional” ha consagrado una Ley “pachamamista” que los ideólogos del Cambio (¿climático?) quieren poner en vigencia: la denominada “Ley de la Madre Tierra”, donde se lanzan, y de lleno, a prohibir el uso de semillas genéticamente modificadas denominadas despectivamente de transgénicas.
Sobre el particular estamos obligados a citar el extenso documento suscrito por la FAO denominado: “El Estado Mundial de agricultura y la alimentación, el mismo que entre sus múltiples acápites éste dice: “El hombre del neolítico, o mucho más probablemente la mujer, domesticó prácticamente todas las especies alimentarias y ganaderas en un periodo relativamente breve, hace 10.000 a 15.000 años. Posteriormente varias generaciones de agricultores determinaron enormes modificaciones genéticas en todas las principales especies de cultivos y animales. Gracias al desarrollo de la ciencia durante los últimos 150 años, se dispone ahora de los conocimientos filogenético y de mejoramiento para realizar intencionalmente lo que la naturaleza ha hecho en el pasado por casualidad o por designio”.
“gran parte del aumento de la producción agrícola registrado en los últimos 40 años se ha debido a un incremento del rendimiento por hectárea, y no a una ampliación de la superficie cultivada. Por ejemplo el rendimiento del trigo aumento el 208% entre 1960-2000, el arroz un 109%, el del maíz un 157%, el de la papa un 78% (FAO-2003).
Sin embargo, para darle continuidad al tema desgranaremos algunas “joyas” que se ensartan en el rosario de la mencionada Ley. Y para tal efecto asumiremos como propio los puntos detallados en el Periódico El DIA del 16 de octubre de 2012, a los que le agregamos algunos comentarios y que a la letra dice:
*SAGRADA.- “La Ley considera a la madre tierra “sagrada” y un sistema viviente dinámico conformado por la comunidad indivisible de todos los sistemas de vida y los seres vivos que tienen un destino común”.
Si la tierra se considera tan “sagrada” hasta hoy no entendemos la criminal tentativa de los “pluris” de perforar la reserva indígena del TIPNIS, mediante una carretera, para promover el asentamiento de “colonizadores” cuya finalidad no es otra que la de ampliar la frontera cocolera (coca para la cocaína), envenenando ríos y bosques por la utilización de ácidos que se utilizan en la fabricación de los alcaloides. Tampoco entendemos porque el Estado y sus órganos de control, como el INRA, permiten el ingreso de los mismos colonizadores a las reservas boscosas del Choré, Amboró y otras, donde las moto-sierras han convertido en cenizas estas selvas milenarias que prestan invalorables servicios ambientales a las extensas regiones agrícolas que quedan a sus pies, alterando los regímenes de lluvias, sequías, vientos y sin fin de maldiciones pachamámicas.
*CONTROL.- “La protección de sus derechos debe estar a cargo de la “Defensoría de la Madre Tierra”, el Tribunal Agroambiental y todas las autoridades del Estado, según la norma, aunque no se detalla desde cuando funcionará la primera institución”.
Se puede entender el significado de una “Defensoría” como un instrumento jurídico destinado a dar protección a un bien público, en este caso a la “Madre” tierra, que pasa a convertirse de objeto inanimado en sujeto viviente dotado de inteligencia y espíritu. Se supone también que esta defensoría contaría con una amplia burocracia especializada en su defensa, pero para poder cumplir con su cometido tiene que contar con un Código (Civil o Penal) donde se establezcan los delitos que puedan cometer sus violadores para establecer los castigos correspondientes.
El tribunal Agroambiental ingresa en la misma lógica, aunque hasta hoy no se conocen sus efectos. En Resumen: todos estos instrumentos creados por el Estado, son parte de la lógica burocratista que caracteriza a la república de Bolívar desde el aciago día de su fundación.
*JUSTICIA.- “La norma también incluye el concepto de “Justicia Climática” para reconocer el derecho a reclamar un desarrollo integral del pueblo boliviano y de las personas afectadas por el cambio climático”.
Para justificar a este gran principio de justicia universal, respondemos con el primer punto que define a la “Pacha” (Tierra -en aimara) es, como el templo de Jerusalén – Sagrada.
Además, este “Tribunal Supremo de Justicia Climática” aplicaría castigos ejemplarizadores a los mayores contaminadores del planeta -mediante el bloqueo económico y militar, donde se destacan: la China Popular y los EE.UU. entre otros.
*RECURSOS.- “Se crea además el Fondo Plurinacional de la Madre Tierra y otros de Justicia Climática para conseguir y administrar recursos económicos estatales y extranjeros con el objetivo de impulsar acciones de mitigación del cambio climático”.
Siendo el Cambio Climático un fenómeno de carácter universal -como el diluvio, resulta más que dudoso que los recursos que consiga el Estado Plurinacional para mitigar un fenómeno de carácter multinacional, llegue siquiera para apagar los 43 mil incendios forestales que generan sus “colonizadores” con su agricultura migrante, entre otros irredentos, sin embargo, estos recursos- si los hubieran, se podrían destinar al “mejoramiento genético” de un hato de 4 millones de camélidos que deambulan por el altiplano boliviano, y transformar esta región – de una de las más pobres del planeta, en una gran factoría productora de hilados de lana fina (llama, alpaca, vicuñas, etc.) y convertir de sus empobrecidos habitantes -sino en los nuevos ricos del continente -por lo menos que se queden en sus aldeas o pueblos antes que emigren a países vecinos, o abarrotar los mercados urbanos de las principales ciudades del país.
*DISTRIBUCIÓN.- “Establece que las tierras fiscales serán dotadas, distribuidas y redistribuidas de manera equitativa con prioridad a las mujeres, pueblos indígenas originarios campesinos, comunidades interculturales y afrobolivianas que no las posean”.
El primer dato a reconocer, es que no existen más tierras fiscales ya que todas ellas han sido distribuidas más de tres veces en distintas etapas de las distintas reformas agrarias, sin embargo, aquí nuevamente se ofrecen tierras a todos los grupos étnicos o sociales que conforman la estatalidad pluri-multi; si esto es así, ¿Dónde se encuentra la “tierra prometida”? -Sencillamente en la propia tierra, y esto quiere decir en la aplicación de la famosa FES (Función Económica Social) la misma que de conformidad con la caprichosa Ley INRA, el Estado podrá decidir si la tierra está cumpliendo con este requisito – y si no lo estuviera de acuerdo al temperamento de la burocracia celestial, pasaría a engrosar las tierras disponibles a disposición de los “nuevos” colonos aimara-quechuas. En realidad no existe el derecho propietario, el Estado Altoperuano y sus reformas incautaron todas las tierras de los Cambas, estos simplemente pasaron a ser meros “ocupantes” hasta que los asaltantes de tierras (trabajadas) digan lo contrario (ya se invadieron a la fuerza más de 50 predios agrícolas en producción).
*REGULACIÓN.- La norma establece además la regulación y el control de “extranjerización” en la propiedad, acceso y aprovechamiento de los componentes de la Madre Tierra y que actividades económicas como la minería y la petrolera se enmarquen en los principios de esta norma.
La citada “Defensoría de la Madre Tierra” es una máscara carnavalera destinada a justificar ulteriores medidas represivas y xenofóbicas en contra de los agricultores o empresarios agrícolas de origen extranjero (brasileños, japoneses, argentinos, menonitas, entre otros) que han logrado un alto desarrollo tecnológico y niveles de productividad, gracias a la mecanización del agro y a la introducción del mejoramiento genético en vegetales y animales, ya vigente en sus países de origen. Los pachamamistas andinos proclamarán -en su oportunidad- el más fervoroso de sus nacionalismos para que los “indígenas, originarios y campesinos” con tierra, se hagan de ellas, incluyendo mejoras, maquinas e instalaciones.
Resulta paradójico que, mientras – por un lado se grita en todos los foros internacionales que las inversiones extranjeras son intocables, por otro lado, se pretende atacar las inversiones privadas en un rubro tan sensible como es el tema de la tierra. No hablamos aquí de minifundios improductivos, hablamos de empresas agrícolas modernas dotadas de un alto nivel de productividad.
La diferencia consiste en distinguir que, la gran empresa agrícola se halla ubicada casi obligatoriamente en Santa Cruz, mientras que los minifundios improductivos es un patrimonio cultural y político de la región andina, y esa es la diferencia. La primera produce el 70% de los alimentos que consume Bolivia, contando con importantes saldos exportables (5to. Productor mundial de Soja), mientras que la segunda hace todo lo contrario.
¡LA PACHA MADRE QUE LOS PARIO!