Cuando algunos ideólogos del “cambio” se peinaban los rulos para inaugurar los 1.000 años en poder, y otros, agazapados bajo la amena temperatura de 15 grados bajo cero, se amanecían en Tiwanaco para espiar los primeros rayos del Dios INTI que se filtraba entre las rajaduras del Puerta del Sol anunciando el año nuevo Aymara Nº 5.245 -los VERDES de la Policía Boliviana Nacional tomaban sus cuarteles, quemaban archivos y mueblería vetusta y se atrincheraban en poder de toda la armería posible e imaginaria dispuestos a enfrentar su propia hambruna provocada por la Revolución Política y Cultural, comúnmente denominado el imparable “Proceso de Cambio”.
Si hay algo peor que un tanque marca “Leopardo” (de los que tiene el ejército de Chile) es una Chola de pollera enardecida reclamando alguna cosa. Hasta los machos tiemblan. Pues fueron las Cholas y otras no tanto, las que se declararon en huelga de hambre debidamente radicalizada por otra huelga paralela de “piernas cruzadas” cuya finalidad era empujar a sus sacrificados y valerosos maridos a la guerra total. Hasta sus últimas consecuencias.
Y lo peor del caso es que tienen razón. Como es posible que de todo el presupuesto nacional, el 50% se destine a alimentar la burocracia parasitaria gubernamental de los cuales un 25% se comen las Fuerzas Armadas, cuando, de conformidad con la Constitución trucha de la Calancha (Sucre), Bolivia se declara un país pacifista, anti-bélico y amante de la paz a toda prueba. Sin tan pacifistas se declara, nadie entiende por qué tanta plata vaya caer en poder de tan pocas manos? Mientras los hospitales se caen a pedazos, los miserables se mueren en los pasillos por falta de una aspirinita, y la educación, sí, la educación sobrevive por que los cadáveres nunca mueren.
Si la denominada Oficialidad de las Fuerzas Armadas (FF.AA) goza de algunas ventajas comparativas, es porque le rinde una fidelidad supuestamente incondicional a un Estado dicho “plurinacional” donde una de sus especialidades es masacrar indígenas de las “tierras bajas” (dígase Cambas) pero donde todos los días se grita a vos en cuello ¡Patria o Muerte! Venceremos!! Grito de guerra que es lanzado para que todo el mundo tiemble de miedo al ver que las nuevas hordas Anti-imperialistas están a punto de asaltar el pentágono o la casa blanca, salvo si se trata de otro objetivo estratégico, que es tan secreto que nadie lo sabe.
Colocar un uniformado hambriento en las calles para asumir la seguridad ciudadana, en un mar infectado de tiburones, delincuentes y pichicateros, es como mandar un ratón para que cuide el queso; la corrupción policial (sin amenizarla) tiene raíz profunda en los salarios de hambre del que gozan sus componentes. Nadie puede ser sinceramente honesto si al otro día tiene que comer, enviar sus hijos a la escuela, curar sus enfermedades endémicas, aguantar insultos de sus superiores, sufrir humillaciones. Es peor que aguantar a la suegra.
La rebelión policial está en la justa dimensión de un Estado que ofreció épocas de bonanza; de un régimen que descuartizó la república y creó más de 36 “naciones” con las cuales pretendía avanzar del “tribalismo al socialismo”. De una maquinaria que monto la mentira a escala planetaria para instalar la imagen postiza de un “Indio” que salvo la humanidad, el medio ambiente y a los pobres del mundo. Del pobre cocalero que es presidente vitalicio de las federaciones de productores de hoja de coca para la cocaína y que acabó siendo coronado con el título de Doctor “Honoris Causa” inclusive por las universidades más prestigiadas de América Latina -como la Universidad de Córdova, entre otras.
Por la furia de las Cholas de pollera, podemos deducir que no hay empate. Los policías de base están cansados de funcionar como fuerza de choque de un régimen que se esmeró en suplantar la democracia después de 20 años de su vigencia -cojeando, pero democracia a fin.
Ya no vale el argumento de la defensa de los recursos naturales, de las nacionalizaciones postizas, la guerra a muerte en contra del neo-liberalismo, el fantasma siempre presente del separatismo y el terrorismo cruceño, -ya no vale hacerse el opa, mirar para otro lado o tocar el arpa -mientras Roma arde.
La Rebelión en la granja ha comenzado, y solamente el Magistrado Cusi puede leer el futuro leyendo las hojas de coca lanzadas al aire y agarrándolas al vuelo para que trasmitan su cómica tragedia y sus más recónditos secretos, método infalible para comprender que el paisaje boliviano se halla construido de ilusiones eróticas y demonios arrinconados en los socavones mineros, de politiquillos que jamás tuvieron la grandeza de comprender de que solamente entregándole al pueblo su derecho de autodeterminación, su autonomía mutilada y su propia capacidad de autogestión, se puede construir una sociedad real, sin folklorismos indígenas, sin falsas constituciones ni tigres de papel.