Después del aplastante triunfo del Referéndum autonómico realizado el 4 de mayo del 2008 donde el voto libertario cubrió las ánforas de Santa Cruz; Beni, Pando y Tarija, y cuando la fiebre se contagiaba a algunos departamentos vecinos como Cochabamba y Chuquisaca, los diabólicos arcángeles del centralismo colonial apuntaron su nefasta artillería al bastión camba poniendo en jaque a una dirigencia inexperiente e ingenua que creyó que con palabras y acciones callejeras se podía derrotar al enemigo.
Ni el cabildo del millón (1) ni una fe que mueve montañas fue capaz de contener las maniobras internas, ni la campaña de desprestigio internacional, ni tampoco montar una maquinaria propagandística para que los retardados mentales de la UNASUR reconozcan nuestro Derecho de Libre Determinación. La movilización militante de los activistas del civilismo pudo abrir espacios defensivos para preservar una victoria popular inédita que podía remover hasta las bases de los cimientos de un Estado inexistente llamado hasta hoy, Bolivia.
Si el estado lo representa un caudillo (en todas las épocas) y una burocracia miserable y canalla aferrada a sus pegas, este estado es una mentira.
Tenemos que ser honestos a reconocer que una cosa fue el pueblo que puso su pecho y el voto, y otra cosa fueron los políticos Altoperuanos (con los locales incluidos) que usaron las escalera de la autonomía para treparse al poder.
Porque la conspiración no solamente vino de afuera, la conspiración también vino de dentro. La autonomía que era la democracia pura no pudo caber en la mente de quienes no son autonomistas, ni demócratas. Aquí hubo traidores que siguen mostrando la cara como si fueran los salvadores de la especie humana. Aquí hay nefastos personajes que se pusieron el traje pero se sacaron el alma.
No le podemos echar la culpa a los denominados grupos de poder, porque no son más que eso -grupos, pero aun más, grupos de ética dudosa, nada más.
Si ahí tenemos un municipio millonario que solo satisface los egos (y en algunos casos) los bolsillos sin fondo de sus adjudicatarios, estamos viviendo en un infierno plagado de espinas ponzoñosas. Si ahí tenemos una “gobernación” que no gobierna ni sabe de sus patas por que le faltan neuronas, iniciativa y coraje, contando con la complicidad de una Asamblea Legislativa sin otra iniciativa que mirarse las caras, y eventualmente, disputarse las pegas. Estamos jodidos.
Sabíamos y sabemos que el gobierno aimara iba hacer lo imposible para fatigar con demandas y pleitos a sus dirigentes, pero aquí ya no interesa perder el tiempo respondiendo demandas de una legión de abogados genéticamente corruptos y un poder judicial plagados de oportunistas.
Si alguna revolución habría que hacer en el marco de alguna autonomía, es cerrar las facultades de Derecho y declarar ilegal la profesión de abogados. Si alguna otra revolución habría que hacer es declarar vacantes todos los cargos ejecutivos y legislativos de todos los órganos del poder local y regional, y hacer nuevas elecciones para ver si la suerte nos permite contar con “leones” renovados que enfrenten el toro por las astas.
No basta, como dicen algunos legisladores “nacionales” con redactar los estatutos autonómicos para impulsar la autonomía, por que según ellos es lo “único” que falta para echar a andar la maquinaria estatal autónoma. No es con cuatro váginas destinadas al servicio higiénico que se salva la honra, hay que ser más claros y menos oportunistas y declarar al Estado nacional boliviano de enfermo terminal y encomendar su alma al diablo para que de Dios goce.
La autonomía matada por sus propios figurones, por aquellos que se disputaban los sitios de honor en las tribunas populares para venderse mejor, hay que declararla muerta, por que los muertos huelen.. y feo.
Si los leones están dormidos, déjenoslo que sigan durmiendo el sueño de los injustos porque es preferible que sigan roncando como siempre lo hicieron, porque puede ser que en lugar de rugir -rebuznen.
Kropotkin tenía razón: el mejor gobierno es el que no existe ¡!
(1)El 22 de Junio de 2004, más de 100 mil personas se dieron cita en el primer Cabildo por la Autonomía. En el 3er. Cabildo más de un millón de manifestantes se congregarían con idéntico propósito.