ROMPER EL CORRALITO

0 Posted by - 21/01/2005 - Editorial

Cuando los azorados habitantes del nuevo mundo descubrieron que las carabelas del viejo mundo anclaban en sus playas para saquear sus riquezas y violar a sus mujeres, los “originarios” pensaron que se trataba de sus dioses tutelares y los invasores pensaron que habían descubierto las “Indias Occidentales”. A ambos errores se sumó el del cartógrafo don Américo Vespucio que hizo un mapa conocido como el “mapa de Américo”. Y así, “las indias” quedaron convertidas en “las Américas”. A las ignorancias se sumaron los corralitos, uno tras otro.

El Tratado de Tordecillas firmado entre Portugal y España impone el primer cerco imaginario en “Las indias occidentales”. De esta forma, los castellanos se quedaron con las irascibles costas del pacifico y los imperios mediterráneos -por que les gustaba el oro y la plata; y los portugueses, amigos de los cangrejos, las mulatas y el mar, se quedaron con la costa atlántica.

Pero los corralitos artificiales surgen al calor de la invasión napoleónica a la península Ibérica y donde las coronas imperiales -si no abdican, se exilian –así, “la colonia” se queda virtualmente sin dueño. De darle un dueño se encargaría un criollaje oportunista que se viste con el ropaje de “la patria” para justificar el fraccionamiento del prostíbulo continental en una infinidad de burdeles privados, cuyos fronteras fueron inventadas por sus imaginativos patrones –unos federales y otros unitarios, para dividirse la riqueza, los esclavos y el poder.

Es en esta furia loteadora que aparece una logia de filibusteros chuquisaqueños conformada por ex monarquistas que decidieron crear “su propio corral” para apropiarse de los tesoros coloniales, sus metrópolis y los territorios que inventaron como suyos, y así, a punta de pistola, fraudes electorales y sin que medie plebiscito alguno, los extensos territorios de la provincia cruceña acabaron siendo parte “indisoluble, carnal y complementaria” de su “republica inventada” a la que denominaron de Alto Perú, (para diferenciarla de su hermana costera: el Bajo Perú) y así, estas sociedades libres quedaron reducidas a rebaños, bajo amenaza de degüello.

De esta forma, las tierras “bajas” que pasaron a ser recolonizadas, quedaron convertidas en “alto” (peruanas), para que unos impostores que se inventaron a ellos mismos en la Asamblea de los tránsfugas de 1825, “unitarice” sus intereses, impongan sus taras culturales, pongan trancas en todos los caminos, cobren impuestos para mantener sus vicios, saqueen nuestros recursos naturales, vendan territorios y dispongan de nuestras tierras, sacralicen sus burocracias parasitarias, consagren un centralismo demente que se ha apropiado hasta del aire que respiramos, impongan un patriotismo trasnochado para obligarnos a odiar a todos nuestros vecinos para perder todas las guerras; además, nos hagan creer que somos parte del incario, adoremos a sus chullpas, sus dragones asiáticos y aceptemos su canibalismo económico, político y social, y de yapa, arrearnos a una Constituyente para hacernos talco.

Por eso, aún estamos a tiempo de romper el corralito.