Una mirada desde la izquierda norteamericana: La Bolivia de Evo Morales

0 Posted by - 13/01/2014 - Articulos

James Petras*

Junto a Noam Chomsky, con el que ha colaborado, el sociólogo y activista James Petras es quizá el izquierdista norteamericano emblemático. Su curriculum es difícil de impugnar: cincuenta años de militancia consecuente en diversas luchas anti-imperialistas, 60 libros y 600 artículos académicos, columnista prolífico de diversos medios, animador de numerosas polémicas e iniciativas políticas. Sus opiniones sobre el “proceso de cambio” boliviano han sido críticas (y, por lo general, relativamente bien informadas). En este texto, publicado en inglés el último día de 2013 (y traducido para NC por Virginia Ruiz P.), Petras traza un retrato devastador. Dice, por ejemplo: “Evo Morales es un maestro, sin par en Latinoamérica, en el dudoso arte de justificar políticas ortodoxas y reaccionarias mediante el uso de una retórica radic

Una mirada desde la izquierda norteamericana: La Bolivia de Evo Morales

 

Los recientes cambios en Latinoamérica han provocado cierto desconcierto entre escritores, periodistas, académicos y asesores políticos. El caso de Bolivia y de su presidente Evo Morales (ya en el poder por dos períodos consecutivos, 2006-2014) es ilustrativo de las confusiones que surgen a la hora de asignar etiquetas o de intentar definiciones políticas apresuradas. Una rápida revisión de sus pronunciamientos ideológicos, sus declaraciones de política exterior y sus políticas económicas revelan un régimen político de gran astucia, que manipula con éxito la retórica radical pero aplica políticas económicas ortodoxas. Esta combinación le ha asegurado repetidas victorias electorales y un grado de estabilidad política sin precedentes en la historia de su país.

El gobierno de Morales en perspectiva
Desde una perspectiva histórico-comparativa, el gobierno de Morales debería, probablemente, ser considerado como el régimen radical más conservador o el régimen conservador más radical del mundo. Esta aparente contradicción de términos no es tal luego de examinar sus políticas y prácticas. Lo que tampoco está en duda es que goza de un amplio respaldo: entre sus aliados, se debe incluir a líderes de movimientos sociales, a inversores extranjeros, a empresarios mineros, a líderes sindicales y a banqueros nacionales, a exportadores agroindustriales y líderes empresariales, a cocaleros. Todos ellos son entusiastas simpatizantes del “primer presidente indígena” de Latinoamérica que es, al mismo tiempo, el paladín regional del capital extractivo o del extrativismo clásico.
Morales ha ganado todas las elecciones en las que ha intervenido o ha organizado, seis en total, desde 2005, incluyendo dos presidenciales. En cada una logró un margen mayor de ventaja que en la anterior. Su voto se ha incrementado de un 50% a un 60%. Pensando en las elecciones nacionales de 2014, ha prometido obtener en ellas el 70% de los votos. En la historia de Bolivia, ningún presidente había obtenido victorias electorales consecutivas y gobernado, democráticamente y con estabilidad política, por un período tan largo (8 años).

La fórmula de Morales: Radicalismo al servicio de la ortodoxia

Lo más llamativo de los ocho años del gobierno de Evo Morales es su rigor y consistencia en la preservación de políticas económicas ortodoxas. Políticas que son copiadas, al pie de la letra y directamente, de los conocidos manuales de organizaciones financieras internacionales.

Política fiscal
El régimen de Morales ha ejercido un fuerte control sobre el gasto público. Así ha asegurado un excedente fiscal y mantenido el gasto social y la inversión pública a niveles comparables, en términos porcentuales, a los regímenes neoliberales previos. Los aumentos salariales para los trabajadores del sector público son modestos y se mantienen apenas por encima de los incrementos en el costo de vida. El gobierno ha mantenido a raya a los sindicatos del sector público, resistiendo huelgas y otras formas de presión. La banca y los empresarios, nacionales y extranjeros, se han beneficiado con impuestos bajos, una moneda estable e iniciativas fiscales que favorecen sus negocios.

Política de comercio exterior
El gobierno ha apuntado hacia equilibrios favorables en la balanza comercial a partir de la exportación de productos minerales y agrícolas. El régimen de Morales ha usado los excedentes para triplicar las reservas fiscales, a $14 mil millones de dólares, garantizando a los inversores extranjeros el acceso a dinero en efectivo cuando de remitir ganancias se trata.
Este auge de las ganancias por exportaciones es el resultado de los altos precios de los productos y del incremento de las regalías recibidas por el gobierno. Pero sólo una pequeña parte de estas extraordinarias ganancias ha ido a la inversión pública en el sector manufacturero y a programas sociales; buena parte de los fondos permanece en los bancos. En el mejor de los casos, el régimen ha incrementado el gasto en infraestructura para facilitar el transporte de las exportaciones agro-minerales.

Política de inversión
El régimen de Morales ha fomentado y protegido la inversión extranjera a gran escala en la minería y la agricultura. No ha nacionalizado ninguna operación minera de consideración. Más bien ha comprado acciones en empresas mixtas e incrementado impuestos en un grado muy modesto. Las ganancias corporativas son altas, las remesas empresariales están libres de gravamen, las regulaciones respecto al medioambiente y la seguridad son laxas y los conflictos laborales registran niveles históricamente bajos.

Política laboral
El gobierno Morales ha fomentado, entre los dirigentes sindicales que controla, a negociar o frenar demandas salariales y aceptar aumentos moderados –apenas por encima del índice de inflación. Morales no ha apoyado ni los poderes ni los beneficios obreros en los lugares trabajo. Tampoco ha permitido a la fuerza laboral ninguna influencia en la definición de sus políticas de desarrollo capitalista-extractivista. Los aumentos en el salario mínimo han sido graduales; buena parte de la fuerza laboral, especialmente en las zonas rurales, vive en o por debajo del límite de pobreza. Morales rechaza toda noción de co-participación de los trabajadores en iniciativas del sector público y defiende la autoridad del capital de contratar o despedir trabajadores.
Morales, a través del Movimiento al Socialismo (mas), ejerce una influencia decisiva sobre los líderes de la Central Obrera Boliviana (cob) y de los movimientos indígenas, asegurando así la estabilidad social y la seguridad política para la élite empresarial. Su período de pax laboral está en drástico contraste con los períodos de huelgas generales y rebelión popular de décadas anteriores.

Armonía de clase: Latifundistas y pueblos indígenas, empresarios mineros y mineros
Entre los más grandes logros en la implementación de estas políticas económicas ortodoxas se debe sin duda mencionar el éxito de Morales en la construcción de una coalición política y social que incluye ahora a los que eran antes sus adversarios.
Durante los primeros cuatro años de su presidencia, Morales se enfrentó a la fuerte y a veces violenta oposición de la élite de Santa Cruz, la región más rica del país. También se enfrentó a caudillos políticos de Cochabamba y Sucre. Pero con la ayuda de sus nutridas bases y del Ejército, Morales aplastó a la oposición más violenta para luego negociar pactos económicos y políticos con líderes empresariales y agroindustriales. De ahí en adelante, los agro-industriales recibieron subsidios y exenciones tributarias. La reforma agraria para los campesinos sin tierras fue reducida a la distribuciones de tierras fiscales marginales. El fomento de la agro-exportación se convirtió en parte integral de la estrategia de desarrollo del gobierno de Morales y su coalición incorporó así a las élites cruceñas.

Política exterior: Radicalismo afuera como complemento de la ortodoxia conservadora en casa
Mientras que dentro de Bolivia ha operado en sintonía con los intereses agro-minerales, de la banca y de las corporaciones multinacionales, para fuera de Bolivia Morales ha desempeñado el papel de prolífico productor de manifiestos anti-imperialistas: contra la intervención de Estados Unidos en Venezuela, contra el embargo estadounidense a Cuba, contra el golpe de Estado que los eeuu apoyó en Honduras, en favor de la demanda argentina en las Islas Malvinas. Morales se afilió al bloque regional alba, creado por el presidente Chávez. También apoyó proyectos de “integración regional” que excluyen a Estados Unidos. Denunció el tpp (Trans-Pacific Pact) como un “proyecto neo-liberal”. Elogió a Edward Snowden y sus revelaciones y criticó el espionaje de la NSA (National Security Agency). Y reservó una gran indignación contra España y Francia cuando su vuelo desde Moscú fue desviado y le fue negado el derecho a aterrizar en esos países. Pero al mismo tiempo que denunciaba el servilismo europeo hacia eeuu, se dirigía a los grandes inversores españoles para invitarlos a invertir en Bolivia en términos ampliamente favorables. En otras palabras, estos pronunciamientos radicales ha estado dirigidos a políticas intervencionistas imperiales. Evo ha sido muy cuidadoso en diferenciar ese militarismo imperial de la inversión extranjera (o imperialismo económico), pues este segundo encaja perfectamente con su estrategia de desarrollo económico.

Las políticas sociales de un conservador radical
El 22 de diciembre de 2013, Evo Morales sorprendió a algunos de sus partidarios de izquierda cuando declaró su apoyo y defensa del trabajo infantil y se opuso a la campaña internacional de las ilo (Internacional Labor Organizations) para abolirlo. De acuerdo a Morales, el trabajo infantil sería esencial para complementar los ingresos de las familias pobres. Según Morales, los 850.000 trabajadores infantiles de Bolivia, aproximadamente un quinto de la fuerza laboral de Bolivia, empleados en fábricas, en el campo y las minas, habrían desarrollado así una “conciencia social”. Sin quererlo, Morales exhibió así la existencia de un laxo código del trabajo y su propia falta de preocupación por la educación y la salud de los niños. De hecho, los bajos salarios del trabajo infantil en Bolivia debilitan los salarios de los trabajadores adultos y el trabajo infantil funciona como un “ejército de reserva”. Por otra parte, el trabajo mal pagado es el predominante en Bolivia, que tiene el salario mínimo más bajo en Sudamérica. Pese a los casi $15 mil millones de dólares en reservas fiscales y los excedentes de las exportaciones, el 51,3% de la población vive con menos de 2 dólares al día. Yendo al grano, los gastos sociales se incrementaron durante Morales sólo marginalmente y han sido acompañados por la agudización de la desigualdad: el 10% de la población en la cima recibe el 45,5% de todo el ingreso y el 10% más bajo el 1%. El coeficiente Gini, que mide la desigualdad, fue de 58.12 en 2009 (compáreselo con el de 57.9 en 1999).
Bolivia depende todavía de la exportación de materias primas y de la importación de productos manufacturados. Las promesas de “industrializar” el hierro, el gas, el zinc, el estaño, el litio no se han cumplido. Los productos agrícolas de exportación más importantes son producidos por grandes propietarios que pertenecen a las “cien familias” de Santa Cruz. El cultivo más lucrativo de exportación para los pequeños agricultores es la hoja de coca, materia prima de la cocaína.

Algunas conclusiones
Morales ha impuesto con éxito un modelo económico que ha generado una década de estabilidad política y social sin precedentes y un índice de crecimiento de entre el 4% y el 6% anuales. Ha facilitado las inversiones de más de cincuenta corporaciones multinacionales y goza de respeto entre las organizaciones financieras internacionales. Morales ha recibido ayuda financiera tanto de regímenes de izquierda (Venezuela) como de derecha (la Unión Europea). Su gobierno se ha ocupado de garantizar un porcentaje de votos en constante crecimiento, asegurando así la continuidad de las políticas, los funcionarios, las instituciones y la estructura misma de clase. Morales ha absorbido con éxito a antiguos militantes sindicalistas y líderes campesinos a través de su retórica radical, incentivos económicos y subsidios. Los ha convertido en “guardianes del status quo”. Ha transformado a los oligarcas cruceños en aliados políticos. Ha aislado y estigmatizado a las organizaciones campesinas disidentes y a grupos medioambientalistas que protestan contra proyectos agro-mineros o de infraestructura devastadores del medioambiente, tildándolos de “instrumentos del imperialismo”. Y lo hace al mismo tiempo que invita a las corporaciones multinacionales a apoderarse de los recursos naturales.
Morales es un maestro, sin par en Latinoamérica, en el dudoso arte de justificar políticas ortodoxas y reaccionarias mediante el uso de una retórica radical. En defensa de la depredación extractivista capitalista honra a la Pachamama; en defensa de la explotación infantil afirma que el trabajo inculca conciencia social y contribuye a los ingresos familiares. Otorga un “bono” a los niños que van a la escuela mientras más de un tercio están fuera de ella en trabajos que les pagan por debajo del salario mínimo. Otorga una jubilación mínima que ni siquiera cubre la supervivencia básica mientras se vanagloria de excedentes fiscales, de una moneda estable y del aumento de miles de millones anuales en las reservas. Morales habla de anti-imperialismo y sin embargo le abre los brazos a la ortodoxia económica neoliberal. Describe a su régimen como un “gobierno de los trabajadores y los pobres” mientras que su política económica y social favorece al 10% más rico de la población.
Evo Morales ha asegurado así una fórmula político-económica que tiene éxito en la izquierda y la derecha: es bien recibida por Fidel Castro y el fmi, por la agro-oligarquía cruceña y los campesinos cocaleros. Este modelo de “conservadurismo radical” no es probablemente exportable a otros países de Latinoamérica. Después de todo, ¿cuántos líderes pueden proclamar un “Estado plurinacional descentralizado” y al mismo tiempo centralizar el poder político y la toma de decisiones económicas en manos de una pequeña élite tecnócrata mestiza?
No hay duda de que Evo Morales es un líder excepcional: sus políticas multifacéticas demuestran su genio como manipulador político. Pero no es un revolucionario social y ni siquiera un reformista. Su régimen no es, desde luego, ningún gobierno de los trabajadores ni de los pobres.
Evo Morales ha sido el gobernante capitalista democrático de mayor éxito en la historia de Bolivia. La pregunta es: ¿por cuánto tiempo más ese “otro 50%” se tragará sus chicanerías políticas?

Trad. de Virginia Ruiz P.

*Catedrático de sociologia, emérito, de la Binghamton University, Nueva York.